Consulta Pública: Vencedores vs Vencidos / Hablemos claro
Sin duda, la Consulta Pública del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM), es un parteaguas en la historia política de México, al significar una acción pionera en los mecanismos de la participación ciudadana.
El nuevo modelo de gestión pública gubernamental en la actualidad, demanda elementos que involucren cada vez más a los gobernados en las decisiones que se toman desde el poder, sobre los asuntos públicos. Presupuesto Participativo, Plebiscito, Referéndum, Parlamento y Cabildo Abiertos, son algunos de los preceptos legales que ya son una realidad en nuestro marco legal constitucional.
La elaboración y diseño de una política pública, se construye a partir de la necesidad que demanda una comunidad con respecto a cierta problemática que la aqueja. En este proceso participan ciudadanos, especialistas y representantes del gobierno. Se establecen parámetros de evaluación, de consulta, de análisis, esto con el propósito de que esa política pública que pretende resolver una necesidad sea efectiva.
De acuerdo con académicos y expertos en el diseño de políticas públicas, para que éstas funcionen deben cumplir con un procedimiento de cuando menos dos años.
Al presidente electo le llevó tan sólo un par de días para decidir que la construcción del NAICM no continuara más. Una “consulta popular” que careció de controles legales, de supervisión de la autoridad electoral y de mecanismos que protegieran los datos personales de quienes acudieron a las urnas instaladas para emitir su voto.
Durante la jornada de votación, una persona vinculada con el PRI demostró que pudo votar tres veces en la misma Consulta. El debate, principalmente en redes sociales, se centró en ataques al priista, a quien le recordaron las mañas aprendidas en su partido para cometer fraudes electorales.
El punto de que si fue un priista, un panista o un perredista quien exhibió el endeble procedimiento de votación, sobraba, pues la confianza en el resultado de la Consulta se había puesto en entredicho. La supervisión del INE pudo evitar esta bochornosa situación.
Un ejercicio al que calificaron de “democrático” cuando sólo se tomó en cuenta la opinión de sólo el 2 % de la lista nominal nacional del padrón electoral, que en números, representó alrededor de 1 millón de personas. Una muestra poco representativa para opinar respecto a un proyecto aeronáutico de esas dimensiones.
Una consulta pública que debió estar alejada totalmente de los partidos políticos y de cualquier interés político o empresarial. No fue así, los gastos para realizarla, fueron solventados por los representantes populares de MORENA de todo el país, a quienes les “pasaron la charola” para pagar el procedimiento.
Este punto en particular, deslegitimó todo el esfuerzo por emprender un ejercicio de democracia y de gobierno transparente. ¿O sólo porque es el partido político del presidente electo el que organizó la consulta, debíamos confiar en el resultado y en el proceso de la consulta?
Tras la cancelación del NAICM ¿qué sigue? Hagamos a un lado por un momento a los inversionistas en el proyecto y a los recursos económicos que se destinaron. Se perderán miles de empleos de personas que también son parte del pueblo, que ya estaban contratados para colaborar en la construcción del aeropuerto y con lo que ya habían asegurado, cuando menos unos meses, llevar un sustento a la mesa de sus hogares.
El argumento de rechazo a este proyecto que sostiene desde un principio López Obrador, es que es un proyecto opaco, con nula transparencia en el ejercicio de los recursos, además de que llevarlo a cabo se cometería un Ecocidio al construirlo sobre el Lago de Texcoco.
Para controlar, supervisar y denunciar cualquier acto de corrupción, existen autoridades como la Auditoría Superior de la Federación y la PGR para investigarlos. La SEMARNAT es la instancia encargada de realizar los estudios de impacto ambiental que permiten analizar la viabilidad de construir un proyecto de esa envergadura. Seguramente sí se hizo.
Preocupa la doble cara con la que el gobierno electo se está conduciendo, porque para el proyecto del NAICM si aplicó la consulta pública y para el del Tren Maya no. El presidente electo hace unos días declaró que el tren “va porque va”.
Se corre el riesgo de que las consultas públicas sean utilizadas para maquillar el autoritarismo de un gobernante, que sirvan sólo para disfrazar un poco, la mano dura quien ejercerá el poder en este país.
En este tipo de consultas, en las que están involucrados diversos campos del conocimiento, también se debe obtener la opinión técnica de los especialistas, de los expertos, acompañada siempre de la conducción de los representantes del poder público.
No a cualquier persona se le debe preguntar sobre un tema en específico, y lo cito con el siguiente ejemplo: Una persona enferma acude a consulta con un médico. Obvio que no acudirá con un Ingeniero Civil o con un Abogado para tratar de aliviar el padecimiento que le aqueja ¿O sí?
Abusar de estos mecanismos de participación ciudadana puede generar vacíos de poder, incertidumbre en la inversión que se pretende hacer en nuestro país, detener proyectos que generen empleos y competitividad. Apostarle al divisionismo, a fomentar el discurso de “nosotros los pobres, ustedes los ricos”, es un gran riesgo que atentaría contra la gobernabilidad y la gobernanza de este país.
La tolerancia y el respeto a la pluralidad, son valores que todo gobierno debe ejercer con el ejemplo. Me preocupa que en los próximos seis años, la frase sentenciadora de los gobernantes autoritarios o dictadores de que “si no estás conmigo, estás contra mí”, sea el pan nuestro de cada día. Ojalá me equivoque.
El resultado de esta consulta propició la primera batalla en la que tuvo a dos protagonistas
en el cuadrilátero: Vencedores vs Vencidos.
Por: Christian Erazo Ortiz
Lic. Comunicación Medios Masivos por la Universidad Autónoma de Aguascalientes y cursa en la actualidad la Maestría en Gobierno y Administración Pública.